Cuando se rompe el caparazón, somos la forma que
elegimos, al menos en la mayoría de los casos, eso intentamos. En la memoria
vestidos de traje, y en la naturaleza , simples salvajes. Siempre parados de un
lado de la línea. Por costumbre, por instinto. Desde adentro, rige la ley
propia, desde afuera, territoriales, protegemos el espacio para conservar significados,
para darlos. En la escena, hacemos y deshacemos, así, permitimos que las cosas fluyan
como ríos. Somos parte de alguna red, y cada antena es una voz.
Interpretando señales, números, palabras y lugares, pero al final el mapa al
que le hacemos caso será fuego en la oscuridad. Caso contrario, de llover
fuerte, en las costas hay faros prendidos, pero eres tu propia luz en el mar. El
tesoro que perseguimos se puede devaluar, siempre recuerdo y práctico, el
coraje es un ejercicio mental. Prestamos atención a las visiones, nos atrapan
los espejismos, algunas copas beben del oasis, otras mueren inventando ríos.De a ratos invisibles, de a ratos predecibles.