2013/06/26

Meditare.

No es reciclable, ni lo detengo agregando pausas. Era lo que pensaba.  Probé abrir el cielo para comprobar si existía locura compatible a la mía. Me defino incurable ahora, fantasioso siempre.
Si pudiera resolverse por miradas, aunque me tenga que petrificar, no lo evitaría,  incluso a veces, cuando el viento sopla clavos, tampoco me resisto, mis ojos terminan siendo mi mente.  Veo a través del tiempo, entre sabanas rotas, de frente o de espalda, y te reconozco igual.
Me dejo vencer, es una bomba de paz.
Le di mi palabra, la libertad es un estado de ánimo, me preocupa que a esta profundidad la realidad ya no sea un buen lugar. Mis paginas se reescriben, pero después de la misa todos mis libros se queman.  Soy la ola que apaga el fuego, y  el carbón que prende las hojas. 
Me declaro culpable, si es que queda algo de mí ante la falta de conciencia, no desearía ser sabio entre lo supersticioso. Por un gramo de piel siempre estoy seguro de esta afirmación, podría matarme con palabras, con las que yo pronuncié, y revivirme con las que nunca dirá.